¿Casualidad o señal? (Vivencia personal)

25 noviembre 2023

El 31 de octubre de 2014 realizamos nuestra particular fiesta de la noche del terror, tras 8 ediciones, donde como siempre, los integrantes y responsables de la pastoral juvenil de la casa nos volcamos para pasar una velada salesiana llena de emoción y ambiente saludable, sobre todo en la actividad estrella: el “pasaje del terror”.

Yo, responsable actual de comunicación de la obra y por aquel entonces coordinador de pastoral, siento la necesidad de compartir en estas líneas algo que para algunos puede ser inquietante, para otros una tontería fruto del azar y para otras personas un motivo de ilusión y esperanza.

Damos un salto en el tiempo y nos trasladamos a la mañana del 24 de octubre del año pasado, 2022, en el que tuvimos el acto de apertura del programa del 75 aniversario de nuestra Obra del “Oratorio Festivo”. Faltando unas horas y en mitad de la vorágine de nervios e inquietud, anhelando que el acto saliera lo mejor posible, recibo una notificación en mi smartwatch rememorando un “recuerdo”, sobre “fotos de Halloween” del día antes mencionado (31/10/2014). En la imagen original aparece una mujer disfrazada de pitonisa/vidente con todo lujo de detalles, ¿la reconoces?

¿Casualidad o señal? Para los creyentes tenemos claro que estas cosas no pasan fruto del azar. Los agnósticos, con esto, tienen una posible respuesta a sus preguntas. Los indiferentes pensarán que esto es fruto de la IA (Inteligencia Artificial), ya que el GPS ha podido detectar que estando en el mismo lugar de esos dos eventos y/o más o menos en la misma fecha pero en años distintos, mi Apple Watch de tercera generación, ha cruzado sus algoritmos y ha disparado esa notificación, como tantas otras veces salta publicidad en nuestros dispositivos sobre algo de lo que hablamos o buscamos y nos sorprende. Pero yo no busqué ni abrí ése álbum de fotos tomadas muchas de ellas por nuestra catequista Maribel Delgado Zarzuela, hace ya casi una década. Tampoco suelen saltarme notificaciones de este tipo recordándome imágenes tomadas en casi ningún momento. Los “metadatos” de la imagen: fecha, hora, lugar, cámara con la que se tomó la fotografía, tipo de objetivo… que no se pueden manipular, así lo atestiguan:

¿Por qué escribo esto hoy y no antes? No lo comparto antes por olvido, por la vorágine de tareas del día a día que van solapándose o eclipsando otras cosas más o menos importantes. Lo hago hoy porque estamos clasificando y salvaguardando todo el material videográfico de la Casa para la posteridad y en esta semana he encontrado esas fotos que, en aquel lunes 24 de octubre, fruto del nerviosismo y la inquietud de aquel día tan importante, pude tomar alarmado y nervioso del dispositivo de mi muñeca, con mi móvil, ante mi incredulidad y sorpresa, de ahí que algunas salgan borrosas. Hoy es cuando he podido sentarme y redactar esto. Que sirva de recuerdo y ejemplo a seguir.

Quizás sea mucha casualidad… pero no hay explicación ninguna a la causalidad. La causa que ha hecho que mi reloj me notifique esa imagen entre muchísimas más de otros días de otros años. Miles. La causa para que particularmente salga ese día, tan importante para el Oratorio y no otro. La causa por la que la partida de nuestra “Querida Milagros”, parafraseando al éxito de “El último de la fila”, ejemplo de amor y entrega incondicional por la obra, supuso un shock para muchos miembros de nuestra comunidad educativo-pastoral, dejando una huella indeleble. Difícil encontrar un por qué, la causa. Misterio de la vida.

Milagros Alarcón Rego. Una de esas personas, cuya disposición siempre fue destacable. Madre delegada, catequista de iniciación cristiana, miembro de la ADMA, AMPA y responsable de talleres manuales en el MJS, los viernes por la tarde y en las convivencias provinciales que teníamos de los más pequeños de nuestro itinerario de educación en la fe. Con humildad, cercanía y entusiasmo siempre estaba dispuesta a colaborar en todo. Para muchos y muchas fue nuestros pies y nuestras manos. Su delicadeza y simpatía al tratar con los demás. Su amor en cada cosa que hacía: manualidades (gracias a ella descubrimos la “gomaeva”, en un momento en el que estaba tan cara como la garrafa de aceite hoy y no se encontraba en tantos lugares), repostería, costura… Siempre dispuesta a descolgar su teléfono y colaborar, sea la hora que sea, con todos: profesores, compañeras catequistas, familias…

Una larga enfermedad, con la que convivió cerca de un lustro, se la llevó a descansar junto al Padre, mientras, en su lucha, compartía vivencias como parte activa del Oratorio, durante todos esos años de tratamientos, quimioterapias, idas y venidas al hospital… Un día del año muy señalado, en la madrugada del domingo 31 de enero de 2016 (Día de San Juan Bosco), ¿otra casualidad?, nos dejó.

Ya sus hijos Noemí e Iván son adultos y están triunfando en su vida profesional y académica, a los que le tenemos mucho cariño y añoranza, puesto que también formaban activamente parte de nuestra pastoral. Gracias al esfuerzo y apoyo de su familia materna que los acogió en adopción tras quedar huérfanos de padre y madre. Ya que enviudó años antes de ser diagnosticada. Nada reflejaba su sufrimiento y los varapalos que había recibido. Una mujer luchadora al 100%, que proyectaba su sufrimiento en confianza, narrándote lo duro que fue su matrimonio y el estado latente de su padecer, siempre con un sentido extrañamente positivo.

A mí me marcó su entrega incansable, en lucha constante contra su fragilidad como ser humano. Hablaba de su salud como si te contara un chiste. Siempre de buen y blanco humor. Hoy 25 de noviembre, aunque olvidé compartir esta experiencia trascendental hace trece meses, en el día en que conmemoramos a Mamá Margarita en el calendario católico, puedo presumir de haber conocido a la Mamá Margarita del Oratorio, que acompañó a tantas generaciones en el descubrimiento de la fe en Jesucristo, impulsada por la coordinadora de catequesis, la Sta. Cati.

Siempre seguirá en nuestras oraciones y en nuestros corazones, velando por cada uno de nosotros y nosotras porque el Oratorio cumpla felizmente 75 años más como mínimo.

El día 24 de octubre fue un día pletórico y espectacular, guardado en la memoria de los que lo vivimos e hicimos realidad en persona o lo pueden redescubrir inmortalizado, mientras dure, en las redes sociales. Porque ella quiso estar presente, se manifestó con su sutileza y humildad de siempre… y lo estuvo.

¿Inteligencia artificial? no… IC: «Injerencia Celestial».

(Sergio Sánchez)

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